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Residen en nuestro corazón, grabadas con su fuego, en el alma, las
huellas indelebles que nos dejaron nuestros amigos de la infancia y de la
juventud...; con la frescura del recuerdo de nuestro primer amor, de
nuestra primera cita, del primer secreto, de la primera trasgresión...
Nada
más cierto ni más real que la amistad de aquellos días con quienes
compartimos nuestros sentimientos y nuestros anhelos.
Nada de lo que recordamos tendría sentido sin su existencia, sin
los personajes que nos acompañaron en aquellas entrañables historias que
vivimos con la intensidad propia de la irreflexiva y ensoñadora juventud.
Ellos son nuestra principal referencia en un mundo en el que, sin
duda, eran los que más comprendían nuestras locuras, nuestras dudas,
nuestros temores, nuestras inquietudes y nuestras frustraciones.
Ellos fueron los que nos ayudaron a descubrir la verdadera dimensión
del significado de las palabras, amistad, tolerancia, sensibilidad y empatía...
Ellos son aquellos a cuyo recuerdo y presencia debemos tanto y a
quienes necesitamos aún hoy, de nuevo, para reafirmar la belleza o la
crudeza de nuestros recuerdos y para confirmar, ante nuestra sorpresa, que
seguimos siendo aún los mismos..., a pesar de nuestras canas.
Jesús
Enrique López Moreno
Amigo
de todos
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