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El cura Manolo, era mucho CURA

Recientemente me enteré del fallecimiento del padre Manolo. Navegué por la red en busca de la noticia y tropecé con el escrito de Angels Vinuesa. Decir que sus sentimientos son los mismos que los míos y que me siento totalmente identificada con sus vivencias. 

Seguí sus mismos pasos, como si hubiéramos vivido en mundos paralelos, en la misma época:  noia guia, campamentos, misas y confesiones en la montaña, también fregué platos con tierra en el río mientras cantaba "A los árboles altos los lleva el viento", teatro, baloncesto, bailes en el casino, algún carnaval, alguna verbena, el Día de la Vejez, los cine-forum. A mí, también me casó en una ceremonia súper bonita con guitarras y todos los amigos cantando; a mis hijos sin embargo no los bautizó, porque lo nuestro duró "500 días y 19 noches" o algo parecido que canta Sabina, cosas mías.... 

Durante un verano el cura Manolo me estuvo enseñando Latín y naturalmente aprobé con nota.

Fue una generación de Marianistas totalmente entregada a los niños y a su crecimiento, nosotras las niñas, teníamos el Colegio del Loreto, pero en la medida que podíamos nos íbamos para el Pilar, al principio lo visualizábamos desde "el muro", hasta que alguien, alguna vez,  nos invitó a bajar para hacer un "21", número totalmente casto que los amantes del básquet comprenderán. 

Les teníamos mucho respeto, aunque utilizábamos el tuteo, eran nuestros maestros y consejeros, eran maduros y trabajadores, siempre disponibles, siempre cercanos y sin embargo ahora mirado en el tiempo, eran tan pero tan jóvenes... 

Trabajando en el Laboratorio Clínico de Seat, un día sonó el teléfono, "¿quién soy?" - oí que me preguntaban y chillando mejor que nuestra Pe, dije ¡¡¡MANOLO!!! y se echó a reír con esa risa tan suya.

Así de esta manera volví a encontrarme con él, me acompañó mi hermana Merche a la vivienda parroquial del barrio y como no podía ser de otra manera hablamos de lo humano y de lo divino, como si no hubieran pasado los años, estaba como siempre simpático y entrañable. El cura Manolo, era mucho CURA , !curaba hasta el alma¡ 

Le acompañamos esa misma noche a la estación, cogí la "Polaroid" e inmortalicé el momento, la foto es de una calidad pésima, pero en ella estamos los tres, en la oscuridad que baña el tren se aprecia el letrero Barcelona-Irún, era un 15 de diciembre de 1983, fue la última vez que le vi, pero la risa de sus ojos y su carcajada abierta todavía me ronda. 

Aprovecho este momento para decir que estoy verdaderamente agradecida a la educación que recibimos por parte de estas personas, sin olvidar ni muchísimo menos a las Madres Asuncionistas, y mandarles desde aquí, a donde sea que estén UN DIPLOMA CON MATRICULA DE HONOR, por conquistar Territorio Comanche y creer en nosotros.    

Maribel Santana