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A Don José Maria Arroyo Arroyo

En el encuentro que celebramos el pasado día 27 de Mayo (2006), tuvimos la suerte de contar entre nosotros a D. José María Arroyo y su esposa Dª Carmen Ródenas.

Como algunos sabéis, tuve mucho interés en localizar a D. José María para saludarle personalmente y gracias a las ayudas directas e indirectas de algunos de vosotros, finalmente pude localizarle en Teruel.

 Algunos me preguntaron por el motivo de mi interés, no tengo inconveniente en contarlo aquí a modo de público reconocimiento. Prometo ser breve.

 Cuando D. José María llego a “El Pilar” como Director en Agosto de 1962, yo era uno de los peores alumnos de la escuela, castigado frecuentemente por todo tipo de motivos, mal estudiante, visitante asiduo de “La Carbonera” ¿recordáis? Mis notas acostumbraban a ser de colores verde, rojo, algún azul, e incluso alguna negra. La verdad es que por muchos motivos me sentía mal... y poco integrado. 

D. José María consiguió que pocas semanas después de su llegada mis notas empezasen a mejorar hasta que pasaron a ser regularmente buenas e incluso alguna vez  ¡muy buenas! No supe, entonces, encontrar la razón del cambio y quedó en una agradable anécdota. 

La perspectiva del tiempo transcurrido y algunos conocimientos adquiridos me hicieron un día darme cuenta, de pronto, de lo que le sucedió a aquel chaval en las viviendas SEAT. Fue algo aparentemente simple, pero maravilloso; un hecho realizado sin darle importancia pero trascendental para mi. 

Simplemente, D. José María me despertó. No es una cursilería, pero entendí el significado de la expresión “resorte oculto”. Tocó no se qué en mí y me convirtió en una persona interesada por el conocimiento, por el estudio (a mi modesto nivel, está claro) pero desde entonces no paré de interesarme por mejorar mi formación y por cualquier cosa que pudiese ayudarme en mi recorrido. 

Yo no habré hecho más que muchos y probablemente menos que algunos. Tengo poco mérito si alguno me corresponde, aparte del esfuerzo y el trabajo, pero agradezco vivamente a aquel Director larguirucho y con gafas gruesas que parecía mas bien antipático que se preocupase de aquel chaval triste porque lo puso en el camino de la felicidad y lo apartó de algo que hubiese sido muy distinto y – seguro- mucho peor. 

Hasta aquí mí comentario personal que sólo tiene importancia para mí y que sólo he escrito para explicar mi interés en encontrarme personalmente con D. José María y manifestar públicamente mi agradecimiento. 

Lo realmente importante, es que él no lo hizo por mí, no, esa era y es su manera de actuar. Antes y después de pasar por nuestra escuela. 

Tuve ocasión antes del encuentro de cartearme con él y me contó sus avatares personales, de cómo se salió de la Congregación y se trasladó a vivir y ejercer de maestro a Teruel donde conoció a la que sería su esposa y encontró tiempo para escribir más de 200 artículos en el Diario de Teruel. 

Una persona como él, entregada a los demás desde dentro y desde fuera de los Marianistas mereció en Noviembre de 1981 que le entregasen la Cruz de Alfonso X el Sabio, que lucía modestamente en la solapa el día del encuentro pero que no quiso comentar. 

Como colofón de este escrito, adjunto uno de los artículos citados. Que pena que no esté entre las lecturas de los “Responsables” de Educación de nuestro país. 

Un saludo a todos.

 

Jaume Ródenas